martes, 30 de junio de 2015

ARTÍCULO TORREFACCIÓN








La situación del  café colombiano es aparentemente fácil de definir en una frase  “hito en todo el mundo”,  pero en realidad enmarca un escenario mucho más complicado e incluso confuso. Hace más de diez años que el café colombiano es el orgullo de los paisanos en todos los rincones del mundo pero más allá de su de cultura, calidad y vida que enmarca Juan Valdez, el café se ha convertido en un dolor de cabeza y desconcierto para el productor.
Es una gran verdad que en todas partes del mundo se conoce y se consume con agrado y distinción el café colombiano pero este   a pesar de ser cultivado y beneficiado en nuestro país es tostado, molido y empacado en  otras naciones, en su mayoría en Estados Unidos; claro, esto no es para generar aversión a los extranjeros, en realidad, es de entender que los demás países quiera compraros sólo el café pergamino seco, ya que los mayores niveles de ganancias en la mayoría de las actividades agrícolas y la elaboración de alimentos está en la transformación en este caso la torrefacción.
Pero si esta es la parte más rentable del proceso cafetero entonces porque Colombia se lo ha dejado a otros países?, la respuesta esta pregunta fue hace años y aún ahora que no se contaba con la tecnología, infraestructura o capital necesarios, pero esa respuesta ya no es del todo acertada; en realidad los colombianos cuentan con un gran conocimiento que surgió de la tradicionalidad, la tecnología ya no es un problema, hoy en día hay cientos de instituciones trabajando en innovación que bien podrían transferir sus desarrollos tecnológicos al productor y las agremiaciones, y en cuanto al capital y la infraestructura, son ambos problemas que se pueden solucionar con la asociatividad, que  al caficultor le ha sobrado para producir café secos de excelente calidad y para responder  a rendimientos altos.
Puede ser, que en Colombia se necesita urgente un despertar masivo,  no sólo en café sino que alcance también a todos los sectores productivos y que aclare la idea de que en un entorno de consumidores cambiantes, valores agregados y  mercados especializados nuestro país no se puede quedar marginado de todas estas dinámicas y continuar siendo el proveedor de materia prima barata y el resto de países los que trabajen esas materias primas y entreguen productos terminados  a precios más atractivos.
Y es que la idea de que Colombia se meta de lleno en la torrefacción del café  es más que buena, podría incluso alivianar los problemas actuales del subsector del café. La crisis actual de precios se debe a varios factores, uno de estos es al sujeción del café a un precio general,  que en estos momentos es bajo por la abundancia de oferta de café robusto que genera mayores volúmenes y puede ofrecer menores precios, oferta tentadora para las torrefactoras extranjeras que pueden hacer mezclas en sus productos.
Entonces donde queda el respecto por la garantía de origen?, en ninguna parte, porque Colombia no tiene la manera de asegurarlo, aun sabiendo que cada vez más países hacen este acuerdo con nosotros, la realidad es que  sólo tenemos incidencia en los granos secos que vendemos, pero de ahí a las cafeterías y los tarros de café hay mucho camino.
Y ni decir de las preferencias del consumidor, porque aunque en todas partes todos queramos cafés excelsos, la realidad es que con los devenires diarios y los altos precios de un café de lujo una gran parte de la demanda internacional ha quedado reducida a café instantáneos y tarros en oferta o con los precios más bajos; la situación real es que el consumo mundial crece pero ambas ramas del mismo crecen parejas, la preferencia por cafés especiales y la de cafés  de calidad secundaria; entonces las proporciones quedan en las mismas.
Pero el consumo interno no es la diferencia, los colombianos nos enorgullecemos de poseer el mejor café de mundo pero cerca del 50%  del que consumimos es de Perú y Ecuador, pero tampoco hay que culparnos, esto obedece a dos factores, primero que aunque la producción no era capaza de suplir por mucho la demanda interna así que se recurría a importaciones, pero en los últimos doce, la producción supero los 10,3 millones de sacos esto es una cifra esperanzadora para Colombiano porque supera por mucho nuestra demanda y da gran campo de exportación sin necesidad de importaciones; y como segundo factor tristemente los colombianos no tenemos los niveles de ingresos que permitan la capacidad económica de pagar nuestros mejores cafés, pero la pobreza y los salarios son una problemática foránea e este momento.
A este recuento de circunstancias se suman los altos costos de producción, que tiene golpeado al caficultor, y que en comparación mundial nos otorga el puesto 1 entre 29 países cultivadores. Estos costos  en su mayoría son atribuidos a la mano de obra y los insumos. Pero porqué es tan cara la mano de obra?, básicamente su costo se rige por el valor general de un jornal, pero a esto se suma la gran cantidad de mano de obra captaba por el narcotráfico y los cultivos ilícitos que resultan más atractivos para el trabajador y contra los que tiene que competir el empresario cafetero.
Así mismo la concentración de tierras en el narcotráfico y la expropiación han hecho que la mayoría de cafeteros se incluyan entre los minifundistas  y medianos productores cuyas extensiones de cultivo  no les permiten afrontar cambios bruscos o grandes inversiones en sus procesos productivos.
Pero toda esta recopilación de problemáticas, toda esta crisis cafetera tiene oportunidad de mitigarse si Colombia  implementa el proceso de torrefacción  a sus labores caficultoras y a su industria agrícola, ya que si nuestro café empieza a comercializarse  tostado, molido y empacado las ganancias de un producto terminado y de los intermediarios pasarían a manos nacionales, podríamos ser partícipes directos de las dinámicas de consumo y de mercado, no estaríamos sujetos a un precio general sino que el café ya empacado y listo para su consumo al igual que otros productos alimenticios transformados tendría más libertad de precio y condiciones, adicionalmente siendo nosotros los torrefactores no nos arriesgamos a las mezclas y podemos asegurar las garantías de origen.

Adicional a estos beneficios los nuevos precios nos permitirían cubrir los costos de cultivo, beneficio y torrefacción, costos que otros países no sufren en este momento. Pero todo esto se logra a partir de opción de  torrefacción en  Colombia y la promoción al consumo de café especiales como se hace ha venido haciendo; no como aconseja  Juan José Echavarría, Director de la llamada Misión para la Competitividad del Sector Cafetero, que dejemos nuestra etapa de los mejores cafeteros del mundo y nos pasemos como los demás países, entre estos Brasil al café robusto que da mayores producciones, con menores exigencias nutricionales y de labores de cultivo y que se vende más para suplir la demanda mundial de café de segunda calidad, diciéndoos entonces que no usemos nuestros niveles de calidad como herramienta para mejorar y salir de las crisis sino que abandonemos el esfuerzo y tomemos el camino fácil, que de todos modos en el futuro si pasa lo que se espera el aumento en la exigencia del consumidor pasará cuenta de cobro al café robusto.

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