La situación del café colombiano es aparentemente fácil de
definir en una frase “hito en todo el
mundo”, pero en realidad enmarca un escenario
mucho más complicado e incluso confuso. Hace más de diez años que el café
colombiano es el orgullo de los paisanos en todos los rincones del mundo pero
más allá de su de cultura, calidad y vida que enmarca Juan Valdez, el café se
ha convertido en un dolor de cabeza y desconcierto para el productor.
Es una gran verdad que en todas
partes del mundo se conoce y se consume con agrado y distinción el café
colombiano pero este a pesar de ser
cultivado y beneficiado en nuestro país es tostado, molido y empacado en otras naciones, en su mayoría en Estados
Unidos; claro, esto no es para generar aversión a los extranjeros, en realidad,
es de entender que los demás países quiera compraros sólo el café pergamino
seco, ya que los mayores niveles de ganancias en la mayoría de las actividades
agrícolas y la elaboración de alimentos está en la transformación en este caso
la torrefacción.
Pero si esta es la parte más
rentable del proceso cafetero entonces porque Colombia se lo ha dejado a otros
países?, la respuesta esta pregunta fue hace años y aún ahora que no se contaba
con la tecnología, infraestructura o capital necesarios, pero esa respuesta ya
no es del todo acertada; en realidad los colombianos cuentan con un gran
conocimiento que surgió de la tradicionalidad, la tecnología ya no es un
problema, hoy en día hay cientos de instituciones trabajando en innovación que
bien podrían transferir sus desarrollos tecnológicos al productor y las
agremiaciones, y en cuanto al capital y la infraestructura, son ambos problemas
que se pueden solucionar con la asociatividad, que al caficultor le ha sobrado para producir
café secos de excelente calidad y para responder a rendimientos altos.

Y es que la idea de que Colombia
se meta de lleno en la torrefacción del café es más que buena, podría incluso alivianar los
problemas actuales del subsector del café. La crisis actual de precios se debe
a varios factores, uno de estos es al sujeción del café a un precio general, que en estos momentos es bajo por la
abundancia de oferta de café robusto que genera mayores volúmenes y puede
ofrecer menores precios, oferta tentadora para las torrefactoras extranjeras
que pueden hacer mezclas en sus productos.
Entonces donde queda el respecto
por la garantía de origen?, en ninguna parte, porque Colombia no tiene la
manera de asegurarlo, aun sabiendo que cada vez más países hacen este acuerdo
con nosotros, la realidad es que sólo
tenemos incidencia en los granos secos que vendemos, pero de ahí a las
cafeterías y los tarros de café hay mucho camino.
Y ni decir de las preferencias
del consumidor, porque aunque en todas partes todos queramos cafés excelsos, la
realidad es que con los devenires diarios y los altos precios de un café de
lujo una gran parte de la demanda internacional ha quedado reducida a café
instantáneos y tarros en oferta o con los precios más bajos; la situación real
es que el consumo mundial crece pero ambas ramas del mismo crecen parejas, la
preferencia por cafés especiales y la de cafés
de calidad secundaria; entonces las proporciones quedan en las mismas.
Pero el consumo interno no es la
diferencia, los colombianos nos enorgullecemos de poseer el mejor café de mundo
pero cerca del 50% del que consumimos es
de Perú y Ecuador, pero tampoco hay que culparnos, esto obedece a dos factores,
primero que aunque la producción no era capaza de suplir por mucho la demanda
interna así que se recurría a importaciones, pero en los últimos doce, la
producción supero los 10,3 millones de sacos esto es una cifra esperanzadora
para Colombiano porque supera por mucho nuestra demanda y da gran campo de
exportación sin necesidad de importaciones; y como segundo factor tristemente
los colombianos no tenemos los niveles de ingresos que permitan la capacidad
económica de pagar nuestros mejores cafés, pero la pobreza y los salarios son
una problemática foránea e este momento.
A este recuento de circunstancias
se suman los altos costos de producción, que tiene golpeado al caficultor, y
que en comparación mundial nos otorga el puesto 1 entre 29 países cultivadores.
Estos costos en su mayoría son
atribuidos a la mano de obra y los insumos. Pero porqué es tan cara la mano de
obra?, básicamente su costo se rige por el valor general de un jornal, pero a
esto se suma la gran cantidad de mano de obra captaba por el narcotráfico y los
cultivos ilícitos que resultan más atractivos para el trabajador y contra los
que tiene que competir el empresario cafetero.
Así mismo la concentración de
tierras en el narcotráfico y la expropiación han hecho que la mayoría de
cafeteros se incluyan entre los minifundistas
y medianos productores cuyas extensiones de cultivo no les permiten afrontar cambios bruscos o grandes
inversiones en sus procesos productivos.
Pero toda esta recopilación de
problemáticas, toda esta crisis cafetera tiene oportunidad de mitigarse si
Colombia implementa el proceso de torrefacción a sus labores caficultoras y a su industria
agrícola, ya que si nuestro café empieza a comercializarse tostado, molido y empacado las ganancias de
un producto terminado y de los intermediarios pasarían a manos nacionales,
podríamos ser partícipes directos de las dinámicas de consumo y de mercado, no
estaríamos sujetos a un precio general sino que el café ya empacado y listo
para su consumo al igual que otros productos alimenticios transformados tendría
más libertad de precio y condiciones, adicionalmente siendo nosotros los
torrefactores no nos arriesgamos a las mezclas y podemos asegurar las garantías
de origen.
Adicional a estos beneficios los
nuevos precios nos permitirían cubrir los costos de cultivo, beneficio y
torrefacción, costos que otros países no sufren en este momento. Pero todo esto
se logra a partir de opción de
torrefacción en Colombia y la
promoción al consumo de café especiales como se hace ha venido haciendo; no
como aconseja Juan José
Echavarría, Director de la llamada Misión para la Competitividad del Sector
Cafetero, que
dejemos nuestra etapa de los mejores cafeteros del mundo y nos pasemos como los
demás países, entre estos Brasil al café robusto que da mayores producciones,
con menores exigencias nutricionales y de labores de cultivo y que se vende más
para suplir la demanda mundial de café de segunda calidad, diciéndoos entonces
que no usemos nuestros niveles de calidad como herramienta para mejorar y salir
de las crisis sino que abandonemos el esfuerzo y tomemos el camino fácil, que
de todos modos en el futuro si pasa lo que se espera el aumento en la exigencia
del consumidor pasará cuenta de cobro al café robusto.
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